POR PABLO ARIEL OLARTE CASALLAS
ADMINISTRADOR PÚBLICO
EXDIRECTOR DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE LA FUNCION PÚBLICA
Presidente GUSTAVO PETRO, existe una fuerza que pareciera invisible a los
ojos del Gobierno, y que se confabula de manera inquisidora para impedir el
cumplimiento de las metas formuladas por el Plan Nacional de Desarrollo
2022-2026 “Colombia Potencia Mundial de la Vida. Este es el galimatías
institucional y administrativo que se traduce entre otras cosas, en estructuras
administrativas y procesos de gestión de recursos y del talento humano, que
no actúan en coherencia con el plan nacional de desarrollo (no están en línea
con él), y en cambio SÍ se convierten de contera en una de sus mayores fuerzas
obstaculizantes, sin que haya una estrategia prevista estructuralmente que se
traduzca en un proceso de modernización integral, alineando todas las
entidades del resorte del Presidente de la Republica, con dicho Plan.
No es dable, ni coherente, ni aceptable que un gobierno de quiebre como este,
tenga que adecuar la estrategia y el plan nacional de desarrollo al laberinto
institucional actual y a estructuras y procesos administrativos concebidos en
buena parte en el marco de políticas y estrategias diametralmente opuestas;
eso es como remar en una chalupa con un hueco en el centro.
Tampoco hay que olvidar que para una buena Gestión Pública la premisa es,
que la estructura y los procesos siguen a la estrategia y al plan, y no al
contrario. Esa política de gobernar y administrar a la visconversa es una pésima
práctica, ya que los esfuerzos, por más grandes que sean (caemos en lo que se
llama activismo) y los recursos que invertimos por cuantiosos que sean no
alimentan efectiva y eficientemente el Plan Nacional de Desarrollo, y pueden
comprometer el éxito del cambio propuesto.